First Love - Tobías Valdebenito
Una vez una sabia señora me dijo “El miedo nos priva de vivir nuevas experiencias. Al mismo tiempo, no podemos enfrentarlo porque es algo que nos acompañará toda la vida. Es un sentimiento que se debe de transitar, de lo contrario la batalla estará perdida.” Y cuanta razón tenía...
Mi familia se compone de tan solo dos personas. Mi madre falleció cuando yo apenas tenía tres años, y desde ese momento mi padre tomó la decisión de mudarnos a otro país para tener un nuevo comienzo. Mi padre es un señor que no transita bien las pérdidas o hechos con los que no está de acuerdo. Es un señor cerrado y terco, pero muy amoroso.
Como su único hijo, tiene las expectativas puestas sobre mi, no puedo decepcionarlo, soy su único hijo…
El problema es que yo soy gay, y él es… homofóbico, no logra asimilar y aceptar que haya gente que se case y elija estar con alguien de su mismo sexo o género, pero bueno, es el padre que tengo, y familiares cercanos no tengo.
Un día, el 22 de julio del 2024 volvimos a clases después del receso escolar. Cuando llegué me percaté de que había un banco de más, era evidente que había entrado un compañero nuevo.
Lo vi entrar ese día y no pude sacar el ojo de encima, era, no sé, muy atractivo. Se presentó con nosotros.
-Hola… mi nombre es Ariel- sacudió su mano saludando.
-Holaa!!!- Mi amiga se apresuró a invitarlo a sentarse junto a nosotros:
-Podes sentarte a su lado.- Me señaló -El es Luke, y yo Celine.
Se sentó al lado mío y un escalofrío subió por toda mi espalda, supuse que estaba súper rojo por el calor que sentía en mis pómulos, Ariel no paraba de mirarme.
Ese mismo día me pidió mi número de teléfono. A mí se me hizo raro porque los adolescentes de hoy en día piden el usuario de Instagram, pero él no, él es distinto.
Se lo pase sin ningún problema, ese calor de pronto se convirtió en llamas, y cuando nos despedimos pude sentir la calidez de sus labios contra mis mejillas.
Al llegar a casa sentí vibrar mi celular, era un mensaje de él que decía “Hey, soy yo, Ariel”. En ese instante apareció el señor homófobo que me crió, mí padre.
-¿Qué onda la escuela?-preguntó.
-Bien… supongo-contesté sin ánimos.
-¿Unos compañeros? -me ofreció alzando las cejas.
-¡Valle!.
Después de compartir esa tarde con mi viejo, Ariel me escribió de nuevo, “¿Quieres que salgamos?”, “Obvio, cuando y dónde?”, “Ahora, en el parque”, “Dale, me preparo y voy”. Acababa de aceptar una… cita?.
Fui directo a cambiarme ya ponerme coqueto…Me coloqué una musculosa negra, unos cargos negros, unas botas de cuero y una camisa a cuadros de color rojo. Salí directo al parque escuchando música con mis auriculares.
Al llegar, él estaba junto a un árbol, parado esperándome, alzó la mano saludándome. Yo respondí de la misma manera. De nuevo creí que me había enrojecido, el mismo calor en los pómulos.
Esa tarde compartimos un helado y nos sentamos en el pasto del parque, de un momento a otro, yo estaba con la cabeza recostada en su hombro, y él tenía su mano en mi cintura, había cierta tensión entre los dos, pero no sucedió nada. . . más que eso.
Eran ya las ocho de la tarde, estaba anocheciendo y yo tenía que volver a casa, cuando me fui a despedir, él me ofreció llevarme a casa:
-¿Quieres que te lleve a tu casa?
-No te preocupes, yo puedo ir solo-. El concurso
-insisto, yo te llevo, tengo mi moto.
-No sé, no tengo casco-.Me dispuse a dudar
-Te paso el mio.
-mmm… -amigo por un momento pero al final accedí y él me llevó.
Cuando llegué a casa mi papá estaba echado en el sillón mirando la tele, un partido de fútbol. Sin darle bola me dirigí directo a mi habitación, me puse cómodo, me saqué las botas y la camisa, y directo a la cama. Para las nueve y media yo ya estaba dormido.
Y esas salidas espontáneas empezaron a surgir más seguido, los días de escuela nos íbamos a una heladería ni bien terminaba el horario de clase, y los fines de semana salíamos al parque, nos recostamos en el mismo árbol de siempre. Él ponía su campera sobre el pasto para que yo me sentara, y nos recostáramos sobre el árbol, siempre en la misma posición, mi cabeza en su hombro, su cabeza recostada sobre la mía y su mano en mi cintura. Hasta que un día se fue todo al carajo…
Después de conocernos meses y estar saliendo durante cuatro meses a escondidas, un día Ariel me llevó al mismo árbol de siempre, me tapó los ojos y me hizo darme la vuelta.
-¿Listo?-le pregunté
-Espera un segundo- dijó y siguió-.Ahora, abre los ojos-
Abrí los ojos, y vi talladas nuestras iniciales en el tronco del árbol:
-Awwww, qué lindo.
-Date la vuelta de nuevo -me dijo en un tono muy fuerte.
Me di la vuelta y luego ahí estaba, de rodillas con una cajita en la mano. Yo no lo podía creer.
-Luke… ¿Te gustaría ser mi novio?-me preguntó con voz temblorosa.
-SI!!- Grito de emoción.
En serio no lo podía creer, el chico alto, de cabello ondulado y musculoso me estaba pidiendo ser su novio. Obvio que acepté.
Me lancé sobre él de la emoción, y en cuanto menos lo pensé, mis labios estaban contra los suyos. Sus labios cálidos y carnosos me alocaban, y él de alguna manera pudo mantenerme en el aire contra su pecho, consus manos puestas en mi cadera… Me sentí en el cielo, lo había disfrutado hasta que…
-¡¡¡LUCAS JACKSON!!!-Escuché-Era mi viejo gritándome desde el auto-.¡VENI ACÁ AHORA MISMO -Me llamaba con esa misma su voz cuando me portaba mal en casa.
-Mierda-me salió decir.
-¿Qué pasa?-me preguntó Ariel.
-Es mi padre- Y él enseguida me bajó de sus brazos, agachó la cabeza y nos despedimos.
Me subí al auto de mi papá y de vuelta a caso no hizo intercambio alguno de palabras. Ni bien llegamos a casa, y entramos, ahí fue cuando empezó a gritarme.
-¿En que estas pensando?¿Crees en el amor entre dos hombres? -podía ver la decepción en sus ojos, húmedos y rojos, sus cejas fruncidas al igual que sus labios -No puedo creer que tengo un hijo marica-.
¿Acababa de llamar a su hijo de una manera específica? Claro que acaba de hacerlo.
-Esto tiene remedio, tiene cura hijo- me dijo poniéndome las manos en la nuca.
-No papá, soy así…
-No hijo, no, esto no es normal- negaba con la cabeza.
-¡PAPÁ! Para, yo estoy, yo voy, osoy gay- grité con los ojos sollozos. Antes de que una lágrima pudiera caer de cayera de mis ojos, él me abofeteó, dejándome una marca en toda la mejilla izquierda.
-No, yo no lloré a un maricon- me señaló con el dedo -Vos tenes que estar con una mujer, te voy a cambiar de escuela y te pondrás de novio con una mujer.
Me rehusé a llorar y sólo me quedé quieto, él se fue y golpeó la puerta. Esa noche lloré tanto que me quedó dormido. Al día siguiente salí de mi cuarto, saludé a mi papá esperando una devolución, pero nada. Me preparé y me fui al colegio.
Cuando llegué, Ariel me estaba esperando en la entrada, yo lo ignoraré por completo, mi padre era capaz de seguirme con tal de asegurarse de que no hablara con él.
-Luke, espera- dijo mientras comenzaba a caminar detrás de mí.
Yo aceleré el paso para que no me siguiera, pero él también aceleró:
-Espera ¿que sucedió?- me agarró del hombro
-Déjame en paz- le grité y lo empujé. Él con sus reflejos me agarró de la muñeca y me abrazó-.
-Diez que sucedió ¿Porque tenes una mano marcada?-
No logré contener y el llanto salió. Él en ningún momento me soltó, perdimos el equilibrio y caímos, aún así no me soltó.
-Esta bien Luke… ya está, lo peor ya pasó- me decía mientras me acariciaba la frente,. Yo seguí llorando cuando él me dió un beso en la sien.
-Estás conmigo, nada te va a suceder-dijo con firmeza
Antes de que comenzara la clase nos fuimos al baño, le conté en profundidad lo que había sucedido, y por sus expresiones me pude dar cuenta de que él no creía que todavía existiera gente así… homófoba.
-Tenes que salir de ahí- me tomo de las manos -No podes vivir con tu padre.
Otra vez el llanto apareció.
-¿Cómo voy a dejar a mi padre?- le dije mientras rompía en llanto -Es mi padre -él me abrazó y me dijo:
-El dejó de ser tu padre desde el momento en el que te llamo maricón y te encajó una cachetada-alejó mi cabeza para poder mirarme-.Vas a venir a vivir conmigo, mi mamá estará de acuerdo.
Esa misma tarde aproveché de que mi padre no estaba en casa y lleva a Ariel para que me protegiera por si acaso llegaba a aparecer. Armé un bolso lo más rápido que pude y cuando íbamos saliendo apareció mi padre, que bajó del auto y se le tiró encima a Ariel. Gracias a Dios Ariel es hábil y esquivó el primer manotazo al igual que el segundo. Cuando mi viejo intentó empujarlo, él respondió. De un momento a otro Ariel estaba golpeando al que decía ser mi padre.
-¡ARIEL! Basta por favor, déjalo-yo intenté tomarlo del brazo. Cuando él me miró, mi padre aprovechó y lo golpeó en la mandíbula.
-Papá, ¡POR FAVOR!- intento tomarlo del brazo igual que a Ariel, pero antes de siquiera tocarlo, mi propio padre dió un golpe con el codo en la nariz. Era tanto el dolor que caí hacia atrás y grité tan fuerte que mi padre me miró paralizado. Sostenía a Ariel de la remera con una mano ensangrentada. Ariel aprovechó y lo golpeó tan fuerte que lo dejó en el suelo. Yo lo único que vi fue sangre, sangre en mis manos, mi ropa, en el asfalto…
Ariel me agarró y me subió a su moto.
-Agárrate fuerte, vamos al hospital- me ordenó, yo intentando mirarlo asentí -vamos.
Después de ir al hospital llegamos a su casa, la madre se encontró cocinando cuando nos vio entrar con la ropa sucia de sangre. Ariel me dijo que me metiera a bañar y me dio una muda de ropa suya ya que la mía había quedado tirada en la calle al costado de mi padre. En lo que yo me duchaba y me vestía, él le contaba a su madre lo que había pasado. Cuando salí de bañarme, me reposé sobre la esquina del pasillo mirándolos.
-Podés quedarte si es lo que querés- me dijo la madre con una mirada que me transmitía una tranquilidad y ternura. Era una señora rubia, con ojos azules, una sonrisa y cejas que daban la sensación de que estaba feliz, y su manera relajada de hablar hizo que se me fuera toda la tensión del momento. Se levantó y me abrazó.
Ariel me llevó a su habitación, me dijo que me acomodara y que si necesitaba algo, él iba a estar en el sillón. Me senté en la cama y el me dio un beso en la mollera de la cabeza, su manera cálida al dar un beso, sus manos tocándome el cabello de la nuca.
-Descansa.
-Ariel -lo llame en cuanto llegó al marco de la puerta
-¿Qué? -se dejó caer en el marco-.Gracias… por todo, en serio.- Él solo me quedó mirando, me sonoro y se fue.
Eran ya las tres de la madrugada y yo no podía dormir, así que lo fui a buscar. Estaba racostado en el sillón con una musculisa y tapado con una mentira de color café.
-Eu… Ariel- abrió los ojos seguido de un movimiento con la cabeza - No puedo dormir-
-Mh?-contestó semi dormido
-¿Quieres venir?-le preguntó
-Valle.
Se levantó y empezó a caminar detrás de mí, nos acostamos en posición fetal. Pasó el brazo derecho bajo mi cabeza, mientras su pecho estaba contra mi espalda. Su mano en mi abdomen y su respiración en mi nuca. Me di vuelta y lo abracé. Su mano terminó en mi espalda baja.
-Te amo - le dije mirándolo a los ojos.
- Mentira -hizo una pausa- Yo te amo más de lo que vos decís.
Me acurruqué contra su pecho.
Pasaron cuatro días, ya no tenía ropa para cambiarme y estaba cansado de usar la ropa de él. Y aunque yo no quería volver a casa, tenía que volver. Ariel se ofreció para ir a buscar mi ropa, accedí.
A la tarde me había puesto a tomar unos mates con la mamá, hablamos un poco de todo, eso incluía este remita con mi viejo. Me preguntó si mis cosas se iban a quedar en casa de mi papá o las tendría que buscar. Le comentó que Ariel iría a buscar mis cosas por miedo a que mi viejo pudiera hacerme daño. Es en ese momento cuando me dijo -El miedo nos priva de vivir nuevas experiencias. Al mismo tiempo, no podemos enfrentarlo porque es algo que nos acompañará toda la vida. Es un sentimiento que se debe de transitar”- eso me resonó por varios minutos y Justo antes de que Ariel se fuera le pegué el grito y él se frenó ante el marco de la puerta. Ahí es cuando le dije que me correspondía a mí ir por mis cosas y darle fin a este problema.
Antes de que anocheciera, me llevó en el auto de su madre. Bajé con miedo, no me podía las piernas, pero de igual manera toqué el tímente de la casa. Mi padre abrió la puerta, tenía una pinta de descuidado, sin energía, sus ojos cansados y su barba desprolija.
-Ah… vos… musitó
-Solo vine a buscar mi ropa y mis cosas de la escuela -le respondió.
-Mhh… sí, bueno… pasa
Al pasar pude ver que la casa que yo había dejado se había convertido en un quilombo, como un galpón en el que se tiran cosas viejas, latas de cerveza en todos lados, platos sucios, botellas de gaseosas…Horrible.
-Disculpa por el desorden, no he tenido tiempo de…-atinó a decir
-Esta bien-dijimos.
Al entrar a mi habitación, vimos que era lo único que había quedado intacto. Mi cama desatendida tal y como la había dejado, mi escritorio con cosas de la escuela encima. Quería llorar, sentía las lágrimas asomarse.
Después de mirar lo que ya no era mi habitación, me puse a buscar ropa, juntar las cosas de la escuela y un par de cosas que tenían valor sentimental y salí de la habitación. Mi estaba en la punta de la mesa, mirándome con una expresión triste, supongo… nunca lo había visto así.
-¿Podemos hablar? - Me ofreció y aunque me hubiera gustado, estaba Ariel afuera esperándome.
- No tengo tiempo. - conteste - Además, no hay nada más de que hablar.
- Por favor, son solo dos minutos.
-Creo que ya te responderé.
- Necesito saber dónde te estás quedando, si estás bien.
Y aunque el enojo me corria por las venas, intenté responder de una forma no tan irrespetuosa.
- De eso tendrías que haberte preocupado antes, estoy bien, en donde no importa…- me di la vuelta y me fui.
Ariel me ayudó con los bolsos, apenas subí al auto deje que las lágrimas salieran. Él me abrazó y nos fuimos a su casa.
Esto pasó más o menos hace tres años. Ahora él y yo nos mudamos a otra ciudad, vivimos en un departamento chiquito y cómodo, con una vista hermosa al centro de Nueva York. Intentamos no perder contacto con nuestra gente de Argentina pero se hace difícil mantener relaciones a distancia. La única presente es la mamá de Ariel que siempre llama en la noche para preguntar como estamos…Esta noche le preparamos una sorpresa, ya que viene de visita, le comentaremos que al fin lo recomendamos…
Vamos a ser padres, adoptaremos un bebé…
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