Artículo de opinión: Momentos que Marcan la Historia

Por Abril Ourequi



Claudia Sheinbaum, doctora en ingeniería ambiental, de 62 años, juró como la primera mujer presidenta de México en 200 años de historia independiente del país, ante 16 jefes de Estado y de Gobierno, entre los cuales no estaba el rey de España, Felipe VI, como forma de protesta contra los reclamos que no fueron escuchados de AMLO en 2019 (sobre los graves daños hacia los pueblos originarios mexicanos durante la conquista).

Inició su discurso con las movilizadoras palabras “no llego sola, llegamos todas” y “es tiempo de mujeres”.

Sumado a ello, durante la ceremonia y momentos antes de la entrega del bastón de mando, mujeres indígenas hicieron una serie de peticiones a sus ancestros, en favor de la recién instituida presidenta de México.



En 2024, el país vivió un momento histórico con la elección de su primera presidenta, un hito que refleja el avance de las mujeres en la vida pública y política mexicana, pero que también invita a reflexionar sobre los retos que persisten.

La lucha por los derechos de la mujer en México fue un proceso largo y lleno de retos, marcado por la perseverancia de mujeres que, a lo largo de la historia, enfrentaron obstáculos sociales, culturales y políticos para alcanzar la equidad.

En el México prehispánico, aunque las sociedades indígenas tenían estructuras patriarcales, las mujeres tenían roles importantes en la vida comunitaria, como en la agricultura y el comercio. Sin embargo, con la llegada de los españoles en el siglo XVI, las mujeres indígenas sufrieron un cambio radical. La Colonia instauró un modelo social basado en la subordinación de las mujeres, limitando su papel a la vida doméstica y religiosa.

Durante el siglo XIX, la situación de las mujeres mexicanas no mejoró considerablemente. La guerra de independencia y las revoluciones políticas que siguieron trajeron consigo pocas mejoras en cuanto a derechos civiles para las mujeres. Si bien algunas intelectuales y activistas empezaron a cuestionar su papel en la sociedad, los derechos políticos, laborales y sociales para ellas permanecían restringidos. El Porfiriato (gobierno de Porfirio Díaz) consolidó esta realidad, relegando a las mujeres a una vida controlada por el hombre y limitada a su rol de esposas y madres.

El inicio del siglo XX y la Revolución Mexicana trajeron consigo un cambio de paradigma. Las mujeres jugaron un papel activo en la Revolución, participando como soldaderas, espías y enfermeras. Este protagonismo en la lucha revolucionaria encendió la llama de la conciencia social femenina. Aunque la Constitución de 1917 no les otorgó derechos políticos, su participación en la lucha armada impulsó un creciente interés por los derechos civiles de las mujeres.

El movimiento sufragista en México alcanzó uno de sus momentos clave en 1953, cuando las mujeres obtuvieron finalmente el derecho al voto. Este logro fue resultado de años de lucha por parte de activistas y feministas que se organizaron para exigir igualdad de derechos políticos. A partir de este momento, las mujeres empezaron a ganar espacio en la política y en otras esferas públicas, pero aún enfrentaban grandes barreras culturales y sociales.

A lo largo de la segunda mitad del siglo XX y en el siglo XXI, el feminismo mexicano luchó por derechos reproductivos, el acceso a la educación y la igualdad en el mercado laboral. En las últimas décadas, los derechos sexuales y reproductivos han sido un tema central, con debates sobre la legalización del aborto y el acceso a servicios de salud adecuados para las mujeres.

Otro tema crucial ha sido la lucha contra la violencia de género. México ha vivido una crisis de feminicidios y violencia contra las mujeres, lo que ha llevado a movilizaciones masivas por parte de grupos feministas que exigen justicia y reformas que garanticen la seguridad y los derechos de las mujeres. Las políticas públicas, aunque tuvieron un avance, fueron insuficientes para detener esta grave problemática.

El 2024 será recordado como el año en que México eligió a su primera presidenta. Esta elección no solo marca un cambio en la política mexicana, sino que simboliza el fruto de décadas de lucha por los derechos de las mujeres. La presidenta, una líder con trayectoria en la política y defensora de la igualdad de género, representa un paso importante hacia la paridad política.

La llegada de una mujer a la presidencia es un hito que reconoce los logros alcanzados por las mujeres mexicanas en las últimas décadas, desde la lucha por el sufragio hasta su participación creciente en los espacios de poder. Sin embargo, su mandato también enfrenta el reto de cumplir con las expectativas de millones de mujeres que continúan exigiendo igualdad real y el fin de la violencia de género.

La elección de la primera presidenta de México representa un avance significativo en la lucha por la igualdad de género, pero no debe verse como la culminación de este proceso. Aún quedan muchos retos pendientes. La violencia contra las mujeres sigue siendo una realidad alarmante, y las disparidades en el acceso a la educación, el trabajo y los puestos de liderazgo persisten.

El simbolismo de tener a una mujer al frente del país es poderoso, pero también es una oportunidad para que las políticas públicas se enfoquen en temas que han sido relegados durante mucho tiempo. La lucha por la igualdad de género en México no ha terminado, pero la elección de una presidenta ofrece la esperanza de que el cambio sea posible y de que las mujeres continúen avanzando hacia una sociedad más justa y equitativa.


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